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Table of Contents
About The Book
Hace años que los entendidos venían pronosticando el exitoso crossover de Shakira. La cantante firmó su primer contrato discográfico a los trece años, grabó su segundo álbum a los quince y actuó en una telenovela popular en su Colombia natal. Tenía solamente diecinueve años cuando su tercer álbum, Pies descalzos, la convirtió en la artista de mayor venta en Latinoamérica. Si bien su siguiente álbum, Dónde están los ladrones?, ganó ocho discos de platino en Estados Unidos, no fue hasta su actuación electrizante en la primera entrega de los Premios Grammy Latinos que llamó la atención de todo el país.
Aunque el éxito le llegó a una edad tan temprana, a los veinticuatro años Shakira tiene los pies firmes sobre la tierra y rechaza los estereotipos que rodean a las estrellas de rock. Ella es una católica devota, vive con sus padres y cuando no está grabando o de gira prefiere pasar el tiempo con su familia. Esta rockera es una de las pocas estrellas que combinan talento, carisma y sensibilidad, y que además saben muy bien lo que quieren.
Para la cantante más fascinante de América Latina desde Ricky Martin, las posibilidades son ilimitadas. Para los millones de personas que ya compran sus discos, Shakira representa la voz de la nueva generación.
Aunque el éxito le llegó a una edad tan temprana, a los veinticuatro años Shakira tiene los pies firmes sobre la tierra y rechaza los estereotipos que rodean a las estrellas de rock. Ella es una católica devota, vive con sus padres y cuando no está grabando o de gira prefiere pasar el tiempo con su familia. Esta rockera es una de las pocas estrellas que combinan talento, carisma y sensibilidad, y que además saben muy bien lo que quieren.
Para la cantante más fascinante de América Latina desde Ricky Martin, las posibilidades son ilimitadas. Para los millones de personas que ya compran sus discos, Shakira representa la voz de la nueva generación.
Excerpt
Chapter 1
El Origem
"Barranquilla es mi tierra, mi gente, mi familia, mis amigos, mi butifarra, el corozo."
"Soy una contradicción andante. Una mezcla de elementos que provienen de mundos distintos y lejanos", se describia Shakira hace algunos años, aclarando: "Pero estos elementos no pelean sino que conviven en paz. Yo acepto todas las contradicciones que hay en mí y ellas se aceptan unas a otras". Y quizás, ninguna otra ciudad represente con mayor fidelidad el alma de esta artista como su ciudad natal. Como en su personalidad, elementos disímiles y distantes conviven en armonía y respeto en Barranquilla.
Bañada por las aguas del Caribe y transitada por un sinnúmero de comerciantes desde la época de la colonia, la tierra de Shakira es una de las más alegres y vibrantes de Colombia. Aquí se encuentra el puerto de mayor importancia del país, por el que han pasado toneladas de café y petróleo, y por donde han desfilado las más diversas razas del mundo. Desde su fundación en el siglo XVII, la ciudad fue creciendo como una mezcla de tres razas: la india, la española y la negra. Pero durante los últimos cien años, esta zona fue el destino de inmigrantes de varios pueblos, tan distantes como distintos, entre los que se encontraban alemanes, judíos, italianos, irlandeses, chinos, libaneses y palestinos. Se establecieron en la costa colombiana muy pacíficamente, sin nada que perder y con muchos sueños por realizar, en busca de una vida mejor. Con el correr del tiempo, estas culturas se fueron apropiando del entorno, dejando su huella en la arquitectura, la música y la comida del lugar, ya sea en la construcción de sinagogas, en la proliferación de lavanderías chinas o en el aroma de arepa frita y de butifarra asada.
Estas comunidades se fueron extendiendo e integrando, haciendo de este remanso un centro privilegiado que recibió el mote de "La puetta de oro" o "Curramba la bella", una ciudad imaginativa, económicamente activa y socialmente tolerante de las diferencias. "El barranquillero es una persona sencilla, abierta, trabajadora. Sabe vivir la vida, no es fanatico. No se mata por politica ni por religión...Se recontramata por el fútbol", bromeaba una caribeña colombiana describiendo a su gente. Y en la misma síntesis decía: "Barranquilla es un caldero de muchas nacionalidades, por eso la gente asimila las culturas foráneas y no las combate".
Pocas celebraciones exhiben con mayor esplendor este mestizaje cultural como lo hace el Carnaval, la fiesta popular por excelencia. Una vez al año, hombres, mujeres y niños salen por las calles ataviados con coloridos trajes y maquillados hasta el exceso para desfilar en sus carrozas, bailar en las comparsas, tocar los tambores y festejar ruidosamente en el más puro espíritu caribeño. Ese día todo vale, y la imaginación no tiene limite: hay parodias y sátiras políticas, hay reinas y canciones típicas... Las jornadas de Carnaval son apoteósicas, las calles están repletas y nadie se queda afuera. Durante esos cuatro días, ricos y pobres son todos iguales y la única ley es la diversión.
Así como se cultiva la tradición carnavalesca, las fiestas religiosas son celebradas con igual fervor. Aunque cada religión festeje las suyas, Barranquilla es mayormente católica, y miles de familias se juntan para celebrar la Nochebuena, la Navidad y el Año Nuevo. Quizás como otro ejemplo de integración, la fe que trajeron los españoles es practicada en la actualidad por miembros de comunidades tradicionalmente no católicas, como ocurre con gran parte de la comunidad árabe. Esto sucede, por ejemplo, con la familia de Shakira, que teniendo ascendencia libanesa practica la religión católica sin por ello perder muchas otras costumbres árabes, como la música o la comida.
A differencia de Bogotá o Medellín, Barranquilla es una ciudad pacífica, que vive alejada de las intrigas políticas y el accionar de los carteles de la droga. Aunque resulte extraño, los barranquilleros no experimentaron los constantes ataques terroristas y los secuestros políticos que tan mala fama dieron a Colombia, especialmente durante la década de los años noventa. Como si la cercanía al mar amansara a las fieras, las calles de Barranquilla no pasaron por el miedo de bombas explotando cotidianamente en el automóvil de alguno, ni los asesinatos horrendos de personas poderosas. Como destacan orgullosamente algunos ciudadanos de aquí, Barranquilla cs tolerante "y caribeña".
Quizás sea por esto último que, cuando no trabaja, está ciudad esta "rumbeando" o socializando hasta largas horas de la noche. Sus habitantes viven las horas con un reloj particular, muy tranquilamente, como saboreando el día. Quizás caminando ligero pero nunca corriendo... salvo que haya una fiesta. Después de todo, gran parte del año viven envueltos en un calor húmedo, más propicio para charlar tomando un refresco que para sudar corriendo para coger el autobús.
En este centro urbano, privilegiado dentro de la dura realidad colombiana, nació Shakira Isabel Mebarak Ripoll un miércoles 2 de febrero de 1977 en la Clínica Asuncion de Barranquilla. Hija de un inmigrante libanés, Don William Mebarak Chadid, y de su esposa colombiana, Nidia Ripoll Torrado, la niña fue la bendición de la pareja y también su única hija. A la hora de apodar a la recién nacida, Nidia había barajado varios nombres con la letra "k", así podría aprovechar el sonido de la "k" en Mebarak. Había pensado en Karime o Katiuska, pero finalmente se quedó con Shakira, un nombre árabe derivado de la palabra "shukram", que significa "gracia". La traducción más acertada sería la de "mujer llena de gracia", aunque Shakira dice sentirse más identificada con una segunda posible traducción, "agradecida".
Cuentan cronistas colombianos que la recién nacida era gordita y tenía el pelo ensortijado, las cejas tupidas y muy buenos pulmones. Lo que nadie sabía por ese entonces era que esos pulmones inscribirían su nombre en la historia de la música.
Su Gente Y Su Familia
"Yo vengo de una sociedad tradicional, no sólo porque crecí en un colegio religioso, sino porque lo hice en un hogar mitad árabe, mitad barranquillero, y en una ciudad pequeña de la costa."
Según cronistas colombianos Don William Esteban Mebarak Chadid había nacido en la ciudad de Nueva York, pero siendo él pequeño la familia se mudó a Colombia. Nidia Ripoll Torrado, en cambio, nació en Barranquilla, y por sus venas corre sangre catalana. Cuando los dos se casaron, don William ya se había divorciado y tenía siete hijos del matrimonio anterior, con lo cual Shakira llegó al mundo como la hija menor de varios hermanos dispuestos a consentirla.
Don William fue una figura clave en la formación y la sensibilidad de Shakira. Orgulloso de sus raíces árabes, él era joyero de profesión y escritor de vocación. Según la revista TV y Novelas de Colombia en sus épocas de joyero mantenía una joyería en Barranquilla, tienda que mantuvo durante casi dos décadas. Sin embargo, poco después del nacimiento de Shakira, él ya había liquidado este negocio y se dedicaba sólo a la venta de relojes cerca de donde vivía. Nidia era quien se encargaba del funcionamiento del hogar y de seguir de cerca los pasos de su hija; ella fue quien supo intuir las inclinaciones artísticas de la pequeña.
La pasión de don William por la literatura y el acontecer intelectual y artístieo hizo que Shakira creciera rodeada de libros de todo tipo y de música árabe, pero fue quizás por la religiosidad de Nidia que la niña se acercó a la Biblia. En palabras de la compositora, sus padres son bien diferentes, pero ambos se complementan: "Mi padre es el idealismo y mi madre es el realismo, así, en mi hogar encuentro tierra y también oxígeno., Mi papá es la locura y mi mamá es la cordura".
Por varios años, la familia perteneció a un club social donde se reunian las familias de la comunidad libanesa a revivir las costumbres de sus antepasados en la comida, el baile y el canto. Éste era unos de los sitios donde socializaba la familia Mebarak, y allí fue donde Shakira comenzó a probar los manjares árabes y a observar desde temprana edad cómo se movían las caderas de las bailarinas de turno.
Los Mebarak tenían un buen pasar. Fueron una pareja de clase media que logró enviar a su hija única a un buen colegio de monjas y pagarle clases particulares de canto, expresión corporal y modelaje. Mantenían una linda casa en la zona norte de Barranquilla, y se daban los gustos de cualquier familia que sabe pasarla bien con cosas simples. Pero más allá de los bienes materiales, William y Nidia criaron a su hija en los valores cristianos y se ocuparon de estar atentos a sus necesidades: supieron escuchar los deseos de esa pequeña inquieta y curiosa, e intuyeron rápidamente que la niña no tendria una vida ordinaria.
Cuando Shakira era chiquita, Nidia descubrió que tenía facilidad para aprender a escribir. Según cuentan sus cronistas colombianos, la niña aprendió el abecedario a los dieciocho meses, a los tres años ya sabía leer y a los cuatro estaba lista para comenzar la escuela primaria. Parecía que la pequeña era una niña prodigio. Al menos eso pensó su madre, que la sometió a unos exámenes académicos que determinaron que la niña era un genio.
Si bien Shakira vivía sólo con sus padres, era frecuente que sus hermanastros pasaran por su casa, sea para cuidarla o para jugar, ya que vivían en el mismo barrio a sólo unas cuadras de distancia. Quizás por eso, cuando Shakira habla de su familia, habla de sus hermanos (y no "hermanastros") como parte de ésta, tanto como Nidia o William. De todos los hijos que tuvo su padre, Shakira nunca conoció al mayor de ellos, que murió antes de que ella naciera. Su hermana mayor, Lucy, es una médica cirujana que reside en Colombia, como casi todos los demás. A ella le sigue Alberto, que ejerce de abogado en Barranquilla y que se caso allí febrero del 2001. Moisés, el tercero, también está casado. El cuarto es Tonino, quizas el más cercano a Shakira por trabajar desde hace varíos algunos años como su road manager. Tonino iba a seguir la carrera de su padre, pero el éxito de su hermanastra le aseguró un trabajo algo más entretenido. Ahora hace algunos años que está casado y tiene una hija que es también ahijada de Shakira. "Por ser la menor, es la más consentida de la casa. No es nada ordenada, pero sabe muy bien lo que hace y es de muy buen genio", reveló él hace algunos años a una revista colombiana.
A Tonino le sigue Patricia, que vive en España y es educadora especial. Y finalmente están Antonio, y Edward, el menor, que vive en Miami.
Quizás por su formación católica o por haberse criado rodeada de mucho afecto, la palabra "familia" tiene para Shakira un significado sagrado. Su núcleo familiar es algo de lo que está muy orgullosa, un organismo que le da fuerza y alegría, el grupo del que se nutre en los momentos de busqueda. Hablando de la relación entre ellos, don William resaltó en una oportunidad la generosidad de Shakira para con sus hermanos: "A Lucy le pagó la especialización en medicina, a Edward le costea los estudios de inglés en Estados Unidos, a Alberto le obsequió un auto y a Toninó lo empleo como su representante".
Pero mucho antes de tener la existencia agitada y compleja que tiene hoy dia, la infancia de Shakira transcurría con la placidez, las aventuras y los descubrimientos de una barranquillera más.
Entre El Barrio Y La Playa, Su Imfancia
"Recuerdo a unos padres amorosos, con los que siempre tuve una gran comunicación. Recuerdo que le oraba a Dios cantando."
Los Mebarak vivian en el barrio El Limoncito, un suburbio familiar de clase media, donde todos se conocían por el nombre. Por las tardes, los chicos se juntaban a jugar al fútbol en la calle y las niñas se reunían en la vereda, o se armaban grupos mixtos para jugar a los policías y ladrones. O, simplemente, se encontraban todos en alguna casa para hacer esa innumerable cantidad de actividades que hacen los niños cuando tienen toda una vida por delante.
La niñez de Shakira estuvo llena de vecinos y amigos, algunos de los cuales sobrevivieron la infancia. De hecho, cuando hoy en día le preguntan si tiene muchos amigos, ella siempre contesta, frescamente, que no. Que los amigos los puede contar con los dedos de su mano, y que son los que tenía mientras crecía en Barranquilla. Allí en su barrio entabló relaciones que duraron muchos años, y con algunos de sus vecinos mantiene amistad hasta hoy.
Una de sus mejores amigas de la infancia fue Vanesa Vengoechea, quien fue entrevistada años atrás por la revista TV y Novelas de Colombia. Cuando eran chicas se encontraban para jugar en la calle, se arreglaban juntas para ir a las fiestas y se invitaban a sus casas para ver películas. En los ojos de Vanesa, era raro que su mejor amiga estuviera triste. "Era buena para escuchar problemas y dar consejos", le confiaba Vanesa a una revista colombiana. Pero aunque las dos hablaran mucho de sus cosas, lo que más les gustaba era salir. "Nuestro plan favorito era ir a la playa o jugar voleibol", cuenta. En la casa de Vanesa se juntaban a ver películas hasta tarde los fines de semana. Entre las cintas favoritas de Shakira estaban las de terror: le encantaba temblar de miedo frente al televisor. Lo malo del asunto era que se la pasaba comentando la película y haciendo observaciones, cuenta Vanesa. "Y cuando se terminaba, ella queria hablar sobre el tema y siempre se encontraba con que ninguno tenía ganas". Inquieta y verborrágica, Shakira siempre tenía algo para decir.
A la pequeña Mebarak le encantaban los Carnavales, los bailes, las papas fritas, la Coca-Cola y los patacones (plátanos fritos) que el "viejo Paco" freía en la casa de los Vengoechea. Según cuenta Paola, la hermana de Vanesa, a Shakira le encantaba ir a las fiestas, pero fuera de Óscar, su primer novio, a ninguno le gustaba ir con ella, "porque doña Nidia siempre pedía que la llevaran temprano, antes de las doce de la noche". Según esta familia, Shakira sigue siendo la misma de antes, igual de sencilla y alegre -- aunque ahora, cuando llega de visita, lleva siempre una peluca y gafas oscuras para evitar que los fans la reconozcan.
El resto de sus vecinos que aún viven en El Limoncito también la recuerdan alegre y vivaracha, con frecuencia sentada en los peldaños de su escalera con la guitarra. "De niña no se quitaba el uniforme cuando llegaba del colegio, pero sí los zapatos y las medias. Uno la veía descalza caminando por la cuadra, a veces sola y otras veces con su grupo de amigas".
Como buena caribeña, Shakira se pasaba gran parte de sus días al aire libre. Con sus amigos tenía un juego llamado policías y ladrones, y, nada sorprendente, ella era la jefa del grupo. "Jugaba con niños varones, y eso me sirvió de precalentamiento, porque en esta carrera le toca a una lidiar con muchos hombres", reflexionaba años más tarde.
Para encontrar el lado más femenino de Shakira había que ir a su casa. En su cuarto sí, jugaba a las muñecas como cualquier niña de su edad. Y mientras creaba en su mente las historias por las que transitaban sus muñecos, su padre recreaba otras historias. Como buen amante de la música y de las letras, don William se pasaba gran parte de sus días sentado frente a la máquina de escribir fabricando cuentos y poemas. Y aunque él estuviera en su mundo, Shakira lo observaba sin perder detalle. "La imagen de él escribiendo fue tan fuerte", contó Shakira de grande, "que yo quería ser como él". Así fue como empezó a imitarlo, primero en lo gestual y luego en lo mental: al poco tiempo de aprender a escribir, la diminuta Shakira se encerraba en su cuarto, entre osos y muñecas, y escribía trozos de poemas que después les leía a sus padres.
Además de ver a su padre escudriñando su mente en busca de ideas y palabras, Shakira se nutría de las historias contadas por su madre cuando era pequeña, y de los cuentos que ella empezó a leer apenas pudo. Su primer libro, recuerda, fue La isla del tesoro de Robert Louis Stevenson, un regalo de su padre que quién sabe las fantasías que habra despertado en su mente aventurera. Sin embargo, el libro que Shakira menciona más a menudo es El profeta, del libanés Kahlil Gibran, porque, según ella, dejó una huella más profunda en su espíritu. Y un tercer libro que también la marcó fue, y sigue siendo, la Biblia. Y no sólo por haberla oido nombrar en el colegio: Nidia se encargó de leerle los Evangelios y de influenciar a la niña en su lectura.
Acompañando a las historias de estos primeros libros, en su casa sonaban los discos que la estimularían más tarde en su carrera. Además de la música árabe de su padre, ella escuchaba a Donna Summer y a Miguel Bosé. De este último, no sólo admiraba su voz. "Era como mi amor platónico", confesó más tarde. Le encantaban las letras de sus canciones, y sentía ese enamoramiento que inspiran los intérpretes cuando llegan con sus canciones al corazón de quien las escucha.
Así creció Shakira: en una habitación llena de Barbies y osos de peluche, con una guitarra y una pelota de voleibol. En un rinconcito de ese mismo dormitorio se había armado algo así como su lugar de trabajo, con una sillita y una mesa, para sentarse cómoda a componer poemas. Desde los cuatro años, sus horas transcurrían entre el colegio de monjas, la playa y las fiestas, entre la calle, su casa y las de sus amigas, y rodeada de ese olor costeño mezcla de brisa salada y piña madura. Entre la arena y el mar, y frente a un horizonte anchísimo que un día saldría a conquistar.
Descubriendo Su Vocación
"Eran unas monjas vanguardistas, dentro de lo que su ambiente les permite..."
Aunque a los dos años Shakira sabía ya el abecedario y a los tres podía escribir algo más que su nombre, las leyes educativas no la dejaron comenzar la primaria tan temprano. Pero apenas cumplió los cuatro años, una traviesa e inquieta personita empezó el preescolar en una de las instituciones más prestigiosas de la ciudad.
La Enseñanza de Barranquilla, un colegio tradicional de la ciudad, fundado y administrado por monjas misioneras de la compañía de María, significó para Shakira no sólo aprender matemáticas y geografia, sino comenzar a educarse en la fe católica, una piedra fundamental en la formación de la artista. En estos claustros, entre clases de religión y de artes plásticas, entre números y vocales, el pequeño terremoto comenzó a descubrir aspectos de su personalidad que no conocía. O mejor dicho, que nadie conocía.
Por su escasa estatura, Shakira era siempre la primera de la fila. Y eso le encantaba, porque a la niña le gustaba llamar la atención, y ésa era la manera más fácil de lograrla. Pero al poco tiempo de comenzar las clases, encontró una forma más original y genuina de convertirse en el centro de interés. Como ella suele contar, la danza fue su primer contacto con cualquier forma de expresión. "Mi primer encuentro con el arte fue cuando tenía cuatro años y comencé a bailar la danza del vientre". Lo curioso es que nadie le había enseñado. "Eso es una prueba de que la memoria genética existe realmente. porque desde que tengo uso de razón, tan pronto escucho un derbeque mis caderas empiezan a moverse instantáneamente, sin hacer mucho esfuerzo".
Este evento, que Shakira cuenta ahora frescamente, dejó a sus padres y maestros con la boca abierta. Realmente nunca le habían enseñado a bailar la danza árabe, pero el sexto sentido de la artista incorporó lo que habría visto quizás más de una vez en el club árabe al que asistía la familia. Ese viernes, cuando bailó frente a sus compañeras de colegio, sus maestros y su madre, se enteró de que podía ser una diva y que hasta tenía una audiencia incondicional. En realidad, tanto le gustó a Shakira mover sus diminutas caderas al ritmo oriental, que cada viernes hizo religiosammente el mismo número en un acto cívico que mantenía el colegio. La atracción que tenía el escenario para la pequeña bailarina era incontrolable y, por suerte, nadie intentó detenerla -- aunque hoy reconoce, entre carcajadas, que ya tenía aburridas a todas sus compañeras.
La verdad era que, más allá de la danza, lo que Shakira buscaba era llamar la atención. Y cualquier motivo era bienvenido. "Tenía la profunda necesidad de ser escuchada", resumía más tarde.ar
Aunque sacaba buenas notas en el colegio, nunca fue una estudiante ejemplar. "En el colegio Shakira era juiciosa y disciplinada, pero también despistada", confiaba a TV y Novelas María Claudia Manotas, una compañera suya que después se convirtió en fonoaudióloga. María Claudia es otra de las amigas que le han quedado de esta época. "A veces en la clase no ponía atención. Se dedicaba a escribir letras de canciones en el revés de los cuadernos. Aun así tenía buena capacidad para captar todo rápido, porque cuando el profesor la pescaba, ella miraba el tablero y casi de inmediato asimilaba el tema que estaba tratando". Y seguía: "Los recreos eran sagrados para Shakira: apenas sonaba el timbre, era la primera en salir a hacer cola a la cafetería. La recuerdo tomando Pepsi Cola con hojaldre de dulce de leche... Eso sí: le daba mal genio que uno le pidiera".
Por aquella época, la niña que tomaba gaseosa y prefería no convidar soñaba con ser astronauta y trabajar en la NASA. Si bien ya tenía fama de pasar parte de su tiempo en la luna, Shakira era también muy terrenal y estaba atenta a lo que pasaba a su alrededor. Era intuitiva y tenía olfato para los negocios; nunca se moriría de hambre, como quien dice. Don William, que atribuye este talento a su sangre libanese, contó un día: "Cuando era chica hizo un periódico manuscrito, diseñado por ella misma, con chismes del colegio primario. Lo vendía clandestinamente a sus compañeras, hasta que un día una monja la descubrió ¡y le decomisó los ejemplares!".
Si bien esa anécdota describe el sexto sentido que ya estaba desa-rrollando la niña para los negocios, Shakira no sería periodista ni comerciante. Aunque en sus años de primaria nadie podría saber a qué se dedicaría, ni siquiera su madre, que seguía sus pasos más de cerca que nadie. Cuando su hija comenzó a bailar la danza del vientre, Nidia supo que tendría que criar a alguien fuera de lo común. "La niña comenzó obsesionándose con la ciencia, hasta nos hizo suponer que terminaría de investigadora", cuenta Nidia. "Pero después, se encerraba en la alcoba noche y día a escribir cuentos y poemas. Nos engañó de nuevo cuando pensamos haber tenido una hija escritora: descubrí que aquello de la escritura no era sino el primer paso, y que lo que ella había estado escribiendo no eran sino las letras de sus canciones".
De todas formas, que la niña tenía vocación artística, estaba muy claro. La misma sangre de artista que se expresó por primera vez en el baile del vientre, volvió a golpear las puertas de su imaginación cuando aprendió a escribir con cierto ritmo. Por eso de querer imitar a su padre frente a la máquina de escribir, se encerraba en su cuarto con un lápiz y un papel, y escribía. Escribia historias y fabricaba poemas, siempre en el mismo rinconcito que se había armado y siempre con igual concentración. Nadie sabía bien qué era lo que Shakira escribía, pero varias veces, después de horas de encierro, la pequeña autora reunía a sus padres y les leía el poema que acababa de crear. Y ellos siempre la escuchaban.
Shakira admiraba a su padre, y lo imitaba. Pero había algo más en la figura de su padre que ella no podía llegar a comprender. Y esto no tenía que ver con su vocación de escritor, sino con algo mucho más tangible.
Don William usaba unas galas de sol que además de ser oscuras tenían la particularidad de ser grandes, y para una niña pequeña, más grandes todavía. A Shakira le impresionaba tanto ver a su padre escondido tras esas gafas oscuras, que decidió exorcisar su miedo en una canción. Así nació "Tus gafas oscuras", su primer poema con música. Con la ingenuidad de quien trata de resolver un misterio y encuentra el tesoro escondido por años, Shakira descubrió que podía hacer canciones. "A los ocho años me di cuenta de que la poesía y la música eran el casamiento perfecto", reconoce. Aquel día en que escribió su primera canción, la musa había sido su padre. Pero después de este primer paso, sus musas estaban en la calle, en la vida, en sus reflexiones. A partir de ese primer tema, Shakira encontró la inspiración en muchas personas y acontecimientos, en el amor y, sobre todo, en el desamor.
Después de "Tus gafas oscuras" Ilegó otra canción, y meses más tarde otra, y luego otra. En la escuela, en la playa o caminando sola por su barrio, descalza y con el uniforme todavía puesto, le nacían las ideas, las palabras y las frases. Luego se encerraba en su cuarto y les creaba una música con la guitarra.
A esa altura, comenzaba a ser obvio que la niña tenía talento y que debía canalizarlo de alguna forma. La intuición de Nidia no había fallado: la niña era una artista. Y sus condiciones no se limitaban a la danza del vientre que ya venía haciendo desde los cuatro años frente a audiencias de diversos tamaños. Aquí es donde el rol de Nidia se hace estructural en el futuro de Shakira: sin dejar pasar el tiempo, ella la llevó a sus primeras clases particulares de canto y la animó para que probara su voz en los escenarios.
Además de la educación y entrenamiento de su voz, Shakira comenzó desde pequeña a amoldar su cuerpo para la escena. Cuando tenia diez años, Nidia la inscribió en una academia de Barranquilla llamada Passarela para hacer su primer curso de modelaje. Allí aprendió a maquillarse, a arreglarse el cabello y a caminar con elegancia. A este curso le siguieron clases de expresión corporal y baile. En esta agencia se hizo amigos y saboreó ese particular ambiente de quienes se entrenan de chiquitos para ser famosos. Fue allí también donde Shakira, quizás por primera vez, descubrió la importancia de la estética. Allí aprendio a hacer sonrisas a la cámara y a cuidar su postura, a fijarse en su atuendo y a cuidar las formas. Quizás desde sus épocas de Passarela le haya quedado la manía, que mantuvo por varios años, de cuidar extremadamente su imagen a la hora de ser fotografiada.
Pero no todo eran lecciones para la pequeña artista. Al terminar su primera década, la niña comenzó a poner en práctica todo lo aprendido entre las cuatros paredes de sus clases. Para la época de Passarela, Shakira ya bailaba danzas árabes en distintos lugares, y sus padres cumplían el rol del mánager. Ellos, pero especialmente Nidia, se encargaron de incentivarla para que se presentara al primer concurso de canto. Cuando cumplió diez años ganó su primer trofeo, y desde entonces, no había competencia que Shakira se perdiera, ya sea en colegios o teatros, ante cámaras de televisión o sin ellas. Siempre que Nidia o William la pudierer llevar, la niña allí estaba. Y con frecuencia, la niña volvía a casa con algún trofeo.
Este pequeño circuito que Nidia y Shakira comenzaron a recorrer cuando la niña tenía sólo diez años, fueron las raíces de su carrera. No sólo porque la pequeña se iba afianzando sobre el escenario y se descubría a sí misma como artista, sino porque fue en estos concursos y exhibiciones donde conoció sus primeros contactos dentro del mundo del espectáculo.
Madre e hija recorrían también los pasillos de estudios de televisión, golpeando puertas y haciendo colas para lograr una audición o una prueba. De acuerdo a quienes estuvieron alrededor de Shakira en sus comienzos, nadie tuvo tanta fe en Shakira como sus padres. Si don William fue su guía intelectual a la hora de escribir canciones, doña Nidia fue su motor espiritual. Fue su perseverancia y tesón los que le abrieron a Shakira sus primeras puertas. Como dice la artista: "Mi madre fue la que detectó mis inquietudes hacia el arte y las estimuló". Doña Nidia estaba atenta a las inclinaciones de su hija, primero en la danza, luego en la escritura y, más adelante, en la música y el canto. Desde el principio, cuando intuyó que tenía una hija fuera de lo común, la incentivó para que desarrollara sus talentos. Como en aquella parábola de los talentos que figura en la Biblia, Nidia la estimulaba para que los acrecentara y compartiera. Y eso, precisamente, es lo que está haciendo Shakira hoy en día.
La Primera Frustración
Si bien para los Mebarak el talento y la gracia de Shakira eran innegables, alguien en el colegio no pensaba lo mismo. Se trataba nada menos que del maestro de música, un hombre que Shakira recordaría toda la vida. Cuando la niña promediaba la escuela primaria, y ya su interés por el canto era algo por todos conocido, tuvo la oportunidad de integrar el coro del colegio. Sin embargo, a la hora de darse a conocer los nombres de las integrantes, el de Shakira quedó afuera. ¿La razón? Según el maestro, su voz era semejante al "berrido" de una chiva" y desentonaba dentro del grupo.
Este episodio afectó mucho a la pequeña. Ese día en el colegio defendió su voz y no dijo nada más, como si le restara importancia Pero cuando llegó a su casa lloró mucho, se enojó y quedó muy dolida. Su orgullo artístico había recibido la peor puñalada -- y recién estaba empezando. Por suerte, si había alguien que confiaba en su talento artistico, eran sus padres. Ellos la consolaron y levantaron el ánimo esa noche. Pero además, Shakira contaba para ese entonces con una virtud que siguió conservando: era decidida. Si bien tenía una voz que podría desentonar en el coro por no tener el mismo timbre que el resto de las niñas, su anhelo era cantar y nadie la iba a detener. Ya le iba a mostrar ella a ese maestro quién era Shakira.
Las clases de canto y modelaje fueron de ayuda a la hora de enfrentar nuevas audiencias, esta vez fuera del colegio. Cuando Shakira se presentaba en concursos infantiles, su voz de vibrato, que tanto disgustaba al maestro de canto, era el centro de atención de todos los jurados. Era la voz original entre las "voces blancas" de niños y niñas de primaria. Finalmente, con toda su pasión y talento crudos sobre el escenario, Shakira ganó su primer gran trofeo local a los once años. Según cronistas colombianas, trataba del galardón que ofrecía el concurso "Vivan los niños", donde Shakira compitió con otros pequeños talentos de todo el país. Lejos de ser un certamen local sin mayor repercusión, éste fue transmitido por la cadena Telecaribe de Colombia a varias ciudades. Y cuando Shakira se volvió a presentar a este concurso los dos años siguientes, volvió a genarse el primer puesto. Por esta época también compitió en el concurso de belleza Niña Atlántico, y su carita y gracia le valieron el puesto de virreina.
Durante esos años de éxitos y reconocimientos locales, Shakira nunca olvidó a su maestro de canto. Al día siguiente de cada triunfo, ella llevaba el trofeo a la escuela e, invariablemente, lo pasaba por delante de las narices de aquel maestro que la había rechazado comparando su voz con la de una chiva.
Cuando Shakira comenzó a trascender y ser reconocida fuera del colegio, este maestro le pidió que entrara al coro del colegio. Pero ella, vengative, le dijo que no. Y finalmente nunca llegó a ser parte de él.
Copyright © 2001 por Laura Dail Literary Agency, Inc.
El Origem
"Barranquilla es mi tierra, mi gente, mi familia, mis amigos, mi butifarra, el corozo."
"Soy una contradicción andante. Una mezcla de elementos que provienen de mundos distintos y lejanos", se describia Shakira hace algunos años, aclarando: "Pero estos elementos no pelean sino que conviven en paz. Yo acepto todas las contradicciones que hay en mí y ellas se aceptan unas a otras". Y quizás, ninguna otra ciudad represente con mayor fidelidad el alma de esta artista como su ciudad natal. Como en su personalidad, elementos disímiles y distantes conviven en armonía y respeto en Barranquilla.
Bañada por las aguas del Caribe y transitada por un sinnúmero de comerciantes desde la época de la colonia, la tierra de Shakira es una de las más alegres y vibrantes de Colombia. Aquí se encuentra el puerto de mayor importancia del país, por el que han pasado toneladas de café y petróleo, y por donde han desfilado las más diversas razas del mundo. Desde su fundación en el siglo XVII, la ciudad fue creciendo como una mezcla de tres razas: la india, la española y la negra. Pero durante los últimos cien años, esta zona fue el destino de inmigrantes de varios pueblos, tan distantes como distintos, entre los que se encontraban alemanes, judíos, italianos, irlandeses, chinos, libaneses y palestinos. Se establecieron en la costa colombiana muy pacíficamente, sin nada que perder y con muchos sueños por realizar, en busca de una vida mejor. Con el correr del tiempo, estas culturas se fueron apropiando del entorno, dejando su huella en la arquitectura, la música y la comida del lugar, ya sea en la construcción de sinagogas, en la proliferación de lavanderías chinas o en el aroma de arepa frita y de butifarra asada.
Estas comunidades se fueron extendiendo e integrando, haciendo de este remanso un centro privilegiado que recibió el mote de "La puetta de oro" o "Curramba la bella", una ciudad imaginativa, económicamente activa y socialmente tolerante de las diferencias. "El barranquillero es una persona sencilla, abierta, trabajadora. Sabe vivir la vida, no es fanatico. No se mata por politica ni por religión...Se recontramata por el fútbol", bromeaba una caribeña colombiana describiendo a su gente. Y en la misma síntesis decía: "Barranquilla es un caldero de muchas nacionalidades, por eso la gente asimila las culturas foráneas y no las combate".
Pocas celebraciones exhiben con mayor esplendor este mestizaje cultural como lo hace el Carnaval, la fiesta popular por excelencia. Una vez al año, hombres, mujeres y niños salen por las calles ataviados con coloridos trajes y maquillados hasta el exceso para desfilar en sus carrozas, bailar en las comparsas, tocar los tambores y festejar ruidosamente en el más puro espíritu caribeño. Ese día todo vale, y la imaginación no tiene limite: hay parodias y sátiras políticas, hay reinas y canciones típicas... Las jornadas de Carnaval son apoteósicas, las calles están repletas y nadie se queda afuera. Durante esos cuatro días, ricos y pobres son todos iguales y la única ley es la diversión.
Así como se cultiva la tradición carnavalesca, las fiestas religiosas son celebradas con igual fervor. Aunque cada religión festeje las suyas, Barranquilla es mayormente católica, y miles de familias se juntan para celebrar la Nochebuena, la Navidad y el Año Nuevo. Quizás como otro ejemplo de integración, la fe que trajeron los españoles es practicada en la actualidad por miembros de comunidades tradicionalmente no católicas, como ocurre con gran parte de la comunidad árabe. Esto sucede, por ejemplo, con la familia de Shakira, que teniendo ascendencia libanesa practica la religión católica sin por ello perder muchas otras costumbres árabes, como la música o la comida.
A differencia de Bogotá o Medellín, Barranquilla es una ciudad pacífica, que vive alejada de las intrigas políticas y el accionar de los carteles de la droga. Aunque resulte extraño, los barranquilleros no experimentaron los constantes ataques terroristas y los secuestros políticos que tan mala fama dieron a Colombia, especialmente durante la década de los años noventa. Como si la cercanía al mar amansara a las fieras, las calles de Barranquilla no pasaron por el miedo de bombas explotando cotidianamente en el automóvil de alguno, ni los asesinatos horrendos de personas poderosas. Como destacan orgullosamente algunos ciudadanos de aquí, Barranquilla cs tolerante "y caribeña".
Quizás sea por esto último que, cuando no trabaja, está ciudad esta "rumbeando" o socializando hasta largas horas de la noche. Sus habitantes viven las horas con un reloj particular, muy tranquilamente, como saboreando el día. Quizás caminando ligero pero nunca corriendo... salvo que haya una fiesta. Después de todo, gran parte del año viven envueltos en un calor húmedo, más propicio para charlar tomando un refresco que para sudar corriendo para coger el autobús.
En este centro urbano, privilegiado dentro de la dura realidad colombiana, nació Shakira Isabel Mebarak Ripoll un miércoles 2 de febrero de 1977 en la Clínica Asuncion de Barranquilla. Hija de un inmigrante libanés, Don William Mebarak Chadid, y de su esposa colombiana, Nidia Ripoll Torrado, la niña fue la bendición de la pareja y también su única hija. A la hora de apodar a la recién nacida, Nidia había barajado varios nombres con la letra "k", así podría aprovechar el sonido de la "k" en Mebarak. Había pensado en Karime o Katiuska, pero finalmente se quedó con Shakira, un nombre árabe derivado de la palabra "shukram", que significa "gracia". La traducción más acertada sería la de "mujer llena de gracia", aunque Shakira dice sentirse más identificada con una segunda posible traducción, "agradecida".
Cuentan cronistas colombianos que la recién nacida era gordita y tenía el pelo ensortijado, las cejas tupidas y muy buenos pulmones. Lo que nadie sabía por ese entonces era que esos pulmones inscribirían su nombre en la historia de la música.
Su Gente Y Su Familia
"Yo vengo de una sociedad tradicional, no sólo porque crecí en un colegio religioso, sino porque lo hice en un hogar mitad árabe, mitad barranquillero, y en una ciudad pequeña de la costa."
Según cronistas colombianos Don William Esteban Mebarak Chadid había nacido en la ciudad de Nueva York, pero siendo él pequeño la familia se mudó a Colombia. Nidia Ripoll Torrado, en cambio, nació en Barranquilla, y por sus venas corre sangre catalana. Cuando los dos se casaron, don William ya se había divorciado y tenía siete hijos del matrimonio anterior, con lo cual Shakira llegó al mundo como la hija menor de varios hermanos dispuestos a consentirla.
Don William fue una figura clave en la formación y la sensibilidad de Shakira. Orgulloso de sus raíces árabes, él era joyero de profesión y escritor de vocación. Según la revista TV y Novelas de Colombia en sus épocas de joyero mantenía una joyería en Barranquilla, tienda que mantuvo durante casi dos décadas. Sin embargo, poco después del nacimiento de Shakira, él ya había liquidado este negocio y se dedicaba sólo a la venta de relojes cerca de donde vivía. Nidia era quien se encargaba del funcionamiento del hogar y de seguir de cerca los pasos de su hija; ella fue quien supo intuir las inclinaciones artísticas de la pequeña.
La pasión de don William por la literatura y el acontecer intelectual y artístieo hizo que Shakira creciera rodeada de libros de todo tipo y de música árabe, pero fue quizás por la religiosidad de Nidia que la niña se acercó a la Biblia. En palabras de la compositora, sus padres son bien diferentes, pero ambos se complementan: "Mi padre es el idealismo y mi madre es el realismo, así, en mi hogar encuentro tierra y también oxígeno., Mi papá es la locura y mi mamá es la cordura".
Por varios años, la familia perteneció a un club social donde se reunian las familias de la comunidad libanesa a revivir las costumbres de sus antepasados en la comida, el baile y el canto. Éste era unos de los sitios donde socializaba la familia Mebarak, y allí fue donde Shakira comenzó a probar los manjares árabes y a observar desde temprana edad cómo se movían las caderas de las bailarinas de turno.
Los Mebarak tenían un buen pasar. Fueron una pareja de clase media que logró enviar a su hija única a un buen colegio de monjas y pagarle clases particulares de canto, expresión corporal y modelaje. Mantenían una linda casa en la zona norte de Barranquilla, y se daban los gustos de cualquier familia que sabe pasarla bien con cosas simples. Pero más allá de los bienes materiales, William y Nidia criaron a su hija en los valores cristianos y se ocuparon de estar atentos a sus necesidades: supieron escuchar los deseos de esa pequeña inquieta y curiosa, e intuyeron rápidamente que la niña no tendria una vida ordinaria.
Cuando Shakira era chiquita, Nidia descubrió que tenía facilidad para aprender a escribir. Según cuentan sus cronistas colombianos, la niña aprendió el abecedario a los dieciocho meses, a los tres años ya sabía leer y a los cuatro estaba lista para comenzar la escuela primaria. Parecía que la pequeña era una niña prodigio. Al menos eso pensó su madre, que la sometió a unos exámenes académicos que determinaron que la niña era un genio.
Si bien Shakira vivía sólo con sus padres, era frecuente que sus hermanastros pasaran por su casa, sea para cuidarla o para jugar, ya que vivían en el mismo barrio a sólo unas cuadras de distancia. Quizás por eso, cuando Shakira habla de su familia, habla de sus hermanos (y no "hermanastros") como parte de ésta, tanto como Nidia o William. De todos los hijos que tuvo su padre, Shakira nunca conoció al mayor de ellos, que murió antes de que ella naciera. Su hermana mayor, Lucy, es una médica cirujana que reside en Colombia, como casi todos los demás. A ella le sigue Alberto, que ejerce de abogado en Barranquilla y que se caso allí febrero del 2001. Moisés, el tercero, también está casado. El cuarto es Tonino, quizas el más cercano a Shakira por trabajar desde hace varíos algunos años como su road manager. Tonino iba a seguir la carrera de su padre, pero el éxito de su hermanastra le aseguró un trabajo algo más entretenido. Ahora hace algunos años que está casado y tiene una hija que es también ahijada de Shakira. "Por ser la menor, es la más consentida de la casa. No es nada ordenada, pero sabe muy bien lo que hace y es de muy buen genio", reveló él hace algunos años a una revista colombiana.
A Tonino le sigue Patricia, que vive en España y es educadora especial. Y finalmente están Antonio, y Edward, el menor, que vive en Miami.
Quizás por su formación católica o por haberse criado rodeada de mucho afecto, la palabra "familia" tiene para Shakira un significado sagrado. Su núcleo familiar es algo de lo que está muy orgullosa, un organismo que le da fuerza y alegría, el grupo del que se nutre en los momentos de busqueda. Hablando de la relación entre ellos, don William resaltó en una oportunidad la generosidad de Shakira para con sus hermanos: "A Lucy le pagó la especialización en medicina, a Edward le costea los estudios de inglés en Estados Unidos, a Alberto le obsequió un auto y a Toninó lo empleo como su representante".
Pero mucho antes de tener la existencia agitada y compleja que tiene hoy dia, la infancia de Shakira transcurría con la placidez, las aventuras y los descubrimientos de una barranquillera más.
Entre El Barrio Y La Playa, Su Imfancia
"Recuerdo a unos padres amorosos, con los que siempre tuve una gran comunicación. Recuerdo que le oraba a Dios cantando."
Los Mebarak vivian en el barrio El Limoncito, un suburbio familiar de clase media, donde todos se conocían por el nombre. Por las tardes, los chicos se juntaban a jugar al fútbol en la calle y las niñas se reunían en la vereda, o se armaban grupos mixtos para jugar a los policías y ladrones. O, simplemente, se encontraban todos en alguna casa para hacer esa innumerable cantidad de actividades que hacen los niños cuando tienen toda una vida por delante.
La niñez de Shakira estuvo llena de vecinos y amigos, algunos de los cuales sobrevivieron la infancia. De hecho, cuando hoy en día le preguntan si tiene muchos amigos, ella siempre contesta, frescamente, que no. Que los amigos los puede contar con los dedos de su mano, y que son los que tenía mientras crecía en Barranquilla. Allí en su barrio entabló relaciones que duraron muchos años, y con algunos de sus vecinos mantiene amistad hasta hoy.
Una de sus mejores amigas de la infancia fue Vanesa Vengoechea, quien fue entrevistada años atrás por la revista TV y Novelas de Colombia. Cuando eran chicas se encontraban para jugar en la calle, se arreglaban juntas para ir a las fiestas y se invitaban a sus casas para ver películas. En los ojos de Vanesa, era raro que su mejor amiga estuviera triste. "Era buena para escuchar problemas y dar consejos", le confiaba Vanesa a una revista colombiana. Pero aunque las dos hablaran mucho de sus cosas, lo que más les gustaba era salir. "Nuestro plan favorito era ir a la playa o jugar voleibol", cuenta. En la casa de Vanesa se juntaban a ver películas hasta tarde los fines de semana. Entre las cintas favoritas de Shakira estaban las de terror: le encantaba temblar de miedo frente al televisor. Lo malo del asunto era que se la pasaba comentando la película y haciendo observaciones, cuenta Vanesa. "Y cuando se terminaba, ella queria hablar sobre el tema y siempre se encontraba con que ninguno tenía ganas". Inquieta y verborrágica, Shakira siempre tenía algo para decir.
A la pequeña Mebarak le encantaban los Carnavales, los bailes, las papas fritas, la Coca-Cola y los patacones (plátanos fritos) que el "viejo Paco" freía en la casa de los Vengoechea. Según cuenta Paola, la hermana de Vanesa, a Shakira le encantaba ir a las fiestas, pero fuera de Óscar, su primer novio, a ninguno le gustaba ir con ella, "porque doña Nidia siempre pedía que la llevaran temprano, antes de las doce de la noche". Según esta familia, Shakira sigue siendo la misma de antes, igual de sencilla y alegre -- aunque ahora, cuando llega de visita, lleva siempre una peluca y gafas oscuras para evitar que los fans la reconozcan.
El resto de sus vecinos que aún viven en El Limoncito también la recuerdan alegre y vivaracha, con frecuencia sentada en los peldaños de su escalera con la guitarra. "De niña no se quitaba el uniforme cuando llegaba del colegio, pero sí los zapatos y las medias. Uno la veía descalza caminando por la cuadra, a veces sola y otras veces con su grupo de amigas".
Como buena caribeña, Shakira se pasaba gran parte de sus días al aire libre. Con sus amigos tenía un juego llamado policías y ladrones, y, nada sorprendente, ella era la jefa del grupo. "Jugaba con niños varones, y eso me sirvió de precalentamiento, porque en esta carrera le toca a una lidiar con muchos hombres", reflexionaba años más tarde.
Para encontrar el lado más femenino de Shakira había que ir a su casa. En su cuarto sí, jugaba a las muñecas como cualquier niña de su edad. Y mientras creaba en su mente las historias por las que transitaban sus muñecos, su padre recreaba otras historias. Como buen amante de la música y de las letras, don William se pasaba gran parte de sus días sentado frente a la máquina de escribir fabricando cuentos y poemas. Y aunque él estuviera en su mundo, Shakira lo observaba sin perder detalle. "La imagen de él escribiendo fue tan fuerte", contó Shakira de grande, "que yo quería ser como él". Así fue como empezó a imitarlo, primero en lo gestual y luego en lo mental: al poco tiempo de aprender a escribir, la diminuta Shakira se encerraba en su cuarto, entre osos y muñecas, y escribía trozos de poemas que después les leía a sus padres.
Además de ver a su padre escudriñando su mente en busca de ideas y palabras, Shakira se nutría de las historias contadas por su madre cuando era pequeña, y de los cuentos que ella empezó a leer apenas pudo. Su primer libro, recuerda, fue La isla del tesoro de Robert Louis Stevenson, un regalo de su padre que quién sabe las fantasías que habra despertado en su mente aventurera. Sin embargo, el libro que Shakira menciona más a menudo es El profeta, del libanés Kahlil Gibran, porque, según ella, dejó una huella más profunda en su espíritu. Y un tercer libro que también la marcó fue, y sigue siendo, la Biblia. Y no sólo por haberla oido nombrar en el colegio: Nidia se encargó de leerle los Evangelios y de influenciar a la niña en su lectura.
Acompañando a las historias de estos primeros libros, en su casa sonaban los discos que la estimularían más tarde en su carrera. Además de la música árabe de su padre, ella escuchaba a Donna Summer y a Miguel Bosé. De este último, no sólo admiraba su voz. "Era como mi amor platónico", confesó más tarde. Le encantaban las letras de sus canciones, y sentía ese enamoramiento que inspiran los intérpretes cuando llegan con sus canciones al corazón de quien las escucha.
Así creció Shakira: en una habitación llena de Barbies y osos de peluche, con una guitarra y una pelota de voleibol. En un rinconcito de ese mismo dormitorio se había armado algo así como su lugar de trabajo, con una sillita y una mesa, para sentarse cómoda a componer poemas. Desde los cuatro años, sus horas transcurrían entre el colegio de monjas, la playa y las fiestas, entre la calle, su casa y las de sus amigas, y rodeada de ese olor costeño mezcla de brisa salada y piña madura. Entre la arena y el mar, y frente a un horizonte anchísimo que un día saldría a conquistar.
Descubriendo Su Vocación
"Eran unas monjas vanguardistas, dentro de lo que su ambiente les permite..."
Aunque a los dos años Shakira sabía ya el abecedario y a los tres podía escribir algo más que su nombre, las leyes educativas no la dejaron comenzar la primaria tan temprano. Pero apenas cumplió los cuatro años, una traviesa e inquieta personita empezó el preescolar en una de las instituciones más prestigiosas de la ciudad.
La Enseñanza de Barranquilla, un colegio tradicional de la ciudad, fundado y administrado por monjas misioneras de la compañía de María, significó para Shakira no sólo aprender matemáticas y geografia, sino comenzar a educarse en la fe católica, una piedra fundamental en la formación de la artista. En estos claustros, entre clases de religión y de artes plásticas, entre números y vocales, el pequeño terremoto comenzó a descubrir aspectos de su personalidad que no conocía. O mejor dicho, que nadie conocía.
Por su escasa estatura, Shakira era siempre la primera de la fila. Y eso le encantaba, porque a la niña le gustaba llamar la atención, y ésa era la manera más fácil de lograrla. Pero al poco tiempo de comenzar las clases, encontró una forma más original y genuina de convertirse en el centro de interés. Como ella suele contar, la danza fue su primer contacto con cualquier forma de expresión. "Mi primer encuentro con el arte fue cuando tenía cuatro años y comencé a bailar la danza del vientre". Lo curioso es que nadie le había enseñado. "Eso es una prueba de que la memoria genética existe realmente. porque desde que tengo uso de razón, tan pronto escucho un derbeque mis caderas empiezan a moverse instantáneamente, sin hacer mucho esfuerzo".
Este evento, que Shakira cuenta ahora frescamente, dejó a sus padres y maestros con la boca abierta. Realmente nunca le habían enseñado a bailar la danza árabe, pero el sexto sentido de la artista incorporó lo que habría visto quizás más de una vez en el club árabe al que asistía la familia. Ese viernes, cuando bailó frente a sus compañeras de colegio, sus maestros y su madre, se enteró de que podía ser una diva y que hasta tenía una audiencia incondicional. En realidad, tanto le gustó a Shakira mover sus diminutas caderas al ritmo oriental, que cada viernes hizo religiosammente el mismo número en un acto cívico que mantenía el colegio. La atracción que tenía el escenario para la pequeña bailarina era incontrolable y, por suerte, nadie intentó detenerla -- aunque hoy reconoce, entre carcajadas, que ya tenía aburridas a todas sus compañeras.
La verdad era que, más allá de la danza, lo que Shakira buscaba era llamar la atención. Y cualquier motivo era bienvenido. "Tenía la profunda necesidad de ser escuchada", resumía más tarde.ar
Aunque sacaba buenas notas en el colegio, nunca fue una estudiante ejemplar. "En el colegio Shakira era juiciosa y disciplinada, pero también despistada", confiaba a TV y Novelas María Claudia Manotas, una compañera suya que después se convirtió en fonoaudióloga. María Claudia es otra de las amigas que le han quedado de esta época. "A veces en la clase no ponía atención. Se dedicaba a escribir letras de canciones en el revés de los cuadernos. Aun así tenía buena capacidad para captar todo rápido, porque cuando el profesor la pescaba, ella miraba el tablero y casi de inmediato asimilaba el tema que estaba tratando". Y seguía: "Los recreos eran sagrados para Shakira: apenas sonaba el timbre, era la primera en salir a hacer cola a la cafetería. La recuerdo tomando Pepsi Cola con hojaldre de dulce de leche... Eso sí: le daba mal genio que uno le pidiera".
Por aquella época, la niña que tomaba gaseosa y prefería no convidar soñaba con ser astronauta y trabajar en la NASA. Si bien ya tenía fama de pasar parte de su tiempo en la luna, Shakira era también muy terrenal y estaba atenta a lo que pasaba a su alrededor. Era intuitiva y tenía olfato para los negocios; nunca se moriría de hambre, como quien dice. Don William, que atribuye este talento a su sangre libanese, contó un día: "Cuando era chica hizo un periódico manuscrito, diseñado por ella misma, con chismes del colegio primario. Lo vendía clandestinamente a sus compañeras, hasta que un día una monja la descubrió ¡y le decomisó los ejemplares!".
Si bien esa anécdota describe el sexto sentido que ya estaba desa-rrollando la niña para los negocios, Shakira no sería periodista ni comerciante. Aunque en sus años de primaria nadie podría saber a qué se dedicaría, ni siquiera su madre, que seguía sus pasos más de cerca que nadie. Cuando su hija comenzó a bailar la danza del vientre, Nidia supo que tendría que criar a alguien fuera de lo común. "La niña comenzó obsesionándose con la ciencia, hasta nos hizo suponer que terminaría de investigadora", cuenta Nidia. "Pero después, se encerraba en la alcoba noche y día a escribir cuentos y poemas. Nos engañó de nuevo cuando pensamos haber tenido una hija escritora: descubrí que aquello de la escritura no era sino el primer paso, y que lo que ella había estado escribiendo no eran sino las letras de sus canciones".
De todas formas, que la niña tenía vocación artística, estaba muy claro. La misma sangre de artista que se expresó por primera vez en el baile del vientre, volvió a golpear las puertas de su imaginación cuando aprendió a escribir con cierto ritmo. Por eso de querer imitar a su padre frente a la máquina de escribir, se encerraba en su cuarto con un lápiz y un papel, y escribía. Escribia historias y fabricaba poemas, siempre en el mismo rinconcito que se había armado y siempre con igual concentración. Nadie sabía bien qué era lo que Shakira escribía, pero varias veces, después de horas de encierro, la pequeña autora reunía a sus padres y les leía el poema que acababa de crear. Y ellos siempre la escuchaban.
Shakira admiraba a su padre, y lo imitaba. Pero había algo más en la figura de su padre que ella no podía llegar a comprender. Y esto no tenía que ver con su vocación de escritor, sino con algo mucho más tangible.
Don William usaba unas galas de sol que además de ser oscuras tenían la particularidad de ser grandes, y para una niña pequeña, más grandes todavía. A Shakira le impresionaba tanto ver a su padre escondido tras esas gafas oscuras, que decidió exorcisar su miedo en una canción. Así nació "Tus gafas oscuras", su primer poema con música. Con la ingenuidad de quien trata de resolver un misterio y encuentra el tesoro escondido por años, Shakira descubrió que podía hacer canciones. "A los ocho años me di cuenta de que la poesía y la música eran el casamiento perfecto", reconoce. Aquel día en que escribió su primera canción, la musa había sido su padre. Pero después de este primer paso, sus musas estaban en la calle, en la vida, en sus reflexiones. A partir de ese primer tema, Shakira encontró la inspiración en muchas personas y acontecimientos, en el amor y, sobre todo, en el desamor.
Después de "Tus gafas oscuras" Ilegó otra canción, y meses más tarde otra, y luego otra. En la escuela, en la playa o caminando sola por su barrio, descalza y con el uniforme todavía puesto, le nacían las ideas, las palabras y las frases. Luego se encerraba en su cuarto y les creaba una música con la guitarra.
A esa altura, comenzaba a ser obvio que la niña tenía talento y que debía canalizarlo de alguna forma. La intuición de Nidia no había fallado: la niña era una artista. Y sus condiciones no se limitaban a la danza del vientre que ya venía haciendo desde los cuatro años frente a audiencias de diversos tamaños. Aquí es donde el rol de Nidia se hace estructural en el futuro de Shakira: sin dejar pasar el tiempo, ella la llevó a sus primeras clases particulares de canto y la animó para que probara su voz en los escenarios.
Además de la educación y entrenamiento de su voz, Shakira comenzó desde pequeña a amoldar su cuerpo para la escena. Cuando tenia diez años, Nidia la inscribió en una academia de Barranquilla llamada Passarela para hacer su primer curso de modelaje. Allí aprendió a maquillarse, a arreglarse el cabello y a caminar con elegancia. A este curso le siguieron clases de expresión corporal y baile. En esta agencia se hizo amigos y saboreó ese particular ambiente de quienes se entrenan de chiquitos para ser famosos. Fue allí también donde Shakira, quizás por primera vez, descubrió la importancia de la estética. Allí aprendio a hacer sonrisas a la cámara y a cuidar su postura, a fijarse en su atuendo y a cuidar las formas. Quizás desde sus épocas de Passarela le haya quedado la manía, que mantuvo por varios años, de cuidar extremadamente su imagen a la hora de ser fotografiada.
Pero no todo eran lecciones para la pequeña artista. Al terminar su primera década, la niña comenzó a poner en práctica todo lo aprendido entre las cuatros paredes de sus clases. Para la época de Passarela, Shakira ya bailaba danzas árabes en distintos lugares, y sus padres cumplían el rol del mánager. Ellos, pero especialmente Nidia, se encargaron de incentivarla para que se presentara al primer concurso de canto. Cuando cumplió diez años ganó su primer trofeo, y desde entonces, no había competencia que Shakira se perdiera, ya sea en colegios o teatros, ante cámaras de televisión o sin ellas. Siempre que Nidia o William la pudierer llevar, la niña allí estaba. Y con frecuencia, la niña volvía a casa con algún trofeo.
Este pequeño circuito que Nidia y Shakira comenzaron a recorrer cuando la niña tenía sólo diez años, fueron las raíces de su carrera. No sólo porque la pequeña se iba afianzando sobre el escenario y se descubría a sí misma como artista, sino porque fue en estos concursos y exhibiciones donde conoció sus primeros contactos dentro del mundo del espectáculo.
Madre e hija recorrían también los pasillos de estudios de televisión, golpeando puertas y haciendo colas para lograr una audición o una prueba. De acuerdo a quienes estuvieron alrededor de Shakira en sus comienzos, nadie tuvo tanta fe en Shakira como sus padres. Si don William fue su guía intelectual a la hora de escribir canciones, doña Nidia fue su motor espiritual. Fue su perseverancia y tesón los que le abrieron a Shakira sus primeras puertas. Como dice la artista: "Mi madre fue la que detectó mis inquietudes hacia el arte y las estimuló". Doña Nidia estaba atenta a las inclinaciones de su hija, primero en la danza, luego en la escritura y, más adelante, en la música y el canto. Desde el principio, cuando intuyó que tenía una hija fuera de lo común, la incentivó para que desarrollara sus talentos. Como en aquella parábola de los talentos que figura en la Biblia, Nidia la estimulaba para que los acrecentara y compartiera. Y eso, precisamente, es lo que está haciendo Shakira hoy en día.
La Primera Frustración
Si bien para los Mebarak el talento y la gracia de Shakira eran innegables, alguien en el colegio no pensaba lo mismo. Se trataba nada menos que del maestro de música, un hombre que Shakira recordaría toda la vida. Cuando la niña promediaba la escuela primaria, y ya su interés por el canto era algo por todos conocido, tuvo la oportunidad de integrar el coro del colegio. Sin embargo, a la hora de darse a conocer los nombres de las integrantes, el de Shakira quedó afuera. ¿La razón? Según el maestro, su voz era semejante al "berrido" de una chiva" y desentonaba dentro del grupo.
Este episodio afectó mucho a la pequeña. Ese día en el colegio defendió su voz y no dijo nada más, como si le restara importancia Pero cuando llegó a su casa lloró mucho, se enojó y quedó muy dolida. Su orgullo artístico había recibido la peor puñalada -- y recién estaba empezando. Por suerte, si había alguien que confiaba en su talento artistico, eran sus padres. Ellos la consolaron y levantaron el ánimo esa noche. Pero además, Shakira contaba para ese entonces con una virtud que siguió conservando: era decidida. Si bien tenía una voz que podría desentonar en el coro por no tener el mismo timbre que el resto de las niñas, su anhelo era cantar y nadie la iba a detener. Ya le iba a mostrar ella a ese maestro quién era Shakira.
Las clases de canto y modelaje fueron de ayuda a la hora de enfrentar nuevas audiencias, esta vez fuera del colegio. Cuando Shakira se presentaba en concursos infantiles, su voz de vibrato, que tanto disgustaba al maestro de canto, era el centro de atención de todos los jurados. Era la voz original entre las "voces blancas" de niños y niñas de primaria. Finalmente, con toda su pasión y talento crudos sobre el escenario, Shakira ganó su primer gran trofeo local a los once años. Según cronistas colombianas, trataba del galardón que ofrecía el concurso "Vivan los niños", donde Shakira compitió con otros pequeños talentos de todo el país. Lejos de ser un certamen local sin mayor repercusión, éste fue transmitido por la cadena Telecaribe de Colombia a varias ciudades. Y cuando Shakira se volvió a presentar a este concurso los dos años siguientes, volvió a genarse el primer puesto. Por esta época también compitió en el concurso de belleza Niña Atlántico, y su carita y gracia le valieron el puesto de virreina.
Durante esos años de éxitos y reconocimientos locales, Shakira nunca olvidó a su maestro de canto. Al día siguiente de cada triunfo, ella llevaba el trofeo a la escuela e, invariablemente, lo pasaba por delante de las narices de aquel maestro que la había rechazado comparando su voz con la de una chiva.
Cuando Shakira comenzó a trascender y ser reconocida fuera del colegio, este maestro le pidió que entrara al coro del colegio. Pero ella, vengative, le dijo que no. Y finalmente nunca llegó a ser parte de él.
Copyright © 2001 por Laura Dail Literary Agency, Inc.
Product Details
- Publisher: Touchstone (August 10, 2001)
- Length: 144 pages
- ISBN13: 9780743215992
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Ernesto Lechner Interview Gracias a sus canciones pegadizas, belleza espectacular y espontáneas danzas del vientre, Shakira es actualmente la cantante latina más popular en todas las Américas.
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